LUISA ARISTIZABAL

El presente proyecto es una instalación escultórica que propone una mirada intima, a la memoria fragmentada, de nuestro origen.  La serie está compuesta de formas geométricas simples (cubos) de tierra comprimida, elemento natural y escueto que reúne una identidad, la memoria familiar ancestral. Su ubicación en el espacio está pensada para que se disponga en el suelo,  de esta manera el espectador  haciendo un acto de introspección, se vea tentado a bajar la mirada por medio de esa acción  la imagen-experiencia con la que se encuentra, traslade al pasado y lo instaure en el presente.  Al identificar desde la ausencia y el vacío las herramientas que allí se representan (machete, serrucho, martillo, tijeras de jardinería, destornillador, alicate, entre otros). se hace evidente como la huella está presente en aquello que solo tiene existencia en la memoria y eso es, la experiencia. Por ello la memoria funda y al fundir instaura dominios de identidad y de reconocimiento. Un objeto que habla desde la ausencia es un objeto que habla desde sí mismo.

La tierra hace referencia al material desmenuzado que compone el suelo natural, el terreno dedicado al cultivo, al piso o al suelo. El concepto del material, reúne la memoria familiar en aquellos íntimos relatos que han surgido de generación en generación